Guardiola ya se ha desnudado ante la prensa, de repente, la máscara de hierro se despegó y mostró su verdadero rostro, que guarda más parecido con el de Mourinho del que nadie hubiera imaginado.
Y nos gusta más porque ya no intenta aparentar ser un chico bueno que no ha roto un plato en toda su existencia. Resulta fácil representar este papel cuando la vida sonríe y los resultados son prósperos, es como sentirse dentro de un cuento de hadas y jugar a ser Campanita… Pero cuando recibes un azote y tienes miedo por cobrar otro más grande de forma seguida, la verdad sale a la luz y el circo se desmonta.
El partido de semifinales de Champions, entre Real Madrid y Barcelona, ya ha comenzado, se está disputando fuera del terreno de juego por sus dos estrellas: Mourinho y Guardiola.
Ya no brillan Messi ni Cristiano, tampoco Xavi ni Xabi, ni siquiera Casillas o Valdés. Por mucho que se exprese que los protagonistas son los jugadores, ambos técnicos se encargan de permanecer como actores principales en este ilustre teatro.
La táctica del luso, que conocemos sobradamente: el uno contra uno, está tomando terreno. Sabe de buena tinta quién es su rival, pues han trabajado juntos durante unos cuantos años en el FC Barcelona, y le ha puesto un cebo con un discurso muy bien estudiado: "Él tiene muchos seguidores por el gran fútbol que ha hecho, veremos si le siguen en esto. Porque esto tiene una profundidad grande. Yo intenté buscar los motivos y creo que es consecuencia de una cosa: en su primera temporada como entrenador, él vive el escándalo de Stamford Bridge y, a partir de ese momento, no está contento con el acierto de los árbitros. Pierde con el Inter, pese a jugar más de una hora contra 10, con el Arsenal pasó lo que pasó y, en la final de Copa, un asistente tiene una decisión correctísima y dificilísima... ¿Stark? No quiero ir por ahí. Que tenga suerte y que los jugadores le ayuden".
Mourinho, con su estilo directo, ha provocado que el técnico culé salga al ataque y deje la retaguardia abandonada para que, el portugués, pueda entrar por los huecos y salir victorioso, con declaraciones como la siguiente: "Creo que ilusionados estamos los dos. Su obsesión del año pasado venía del hecho de que la final se jugara en Madrid y era una oportunidad histórica de ganar en el campo de tu eterno rival. Sería lo mismo para el Madrid en el caso de una final en el Camp Nou. Ahora no es lo mismo, aunque se trata de Wembley, un estadio donde ellos ganaron una Champions. Ilusionados y motivados los dos, obviamente, pero no veo la cosas desde la obsesión".
Y consiguió su objetivo: Guardiola picó el anzuelo y los nervios se apoderaron de su persona, olvidando su estrategia pacífica habitual y mostrando agresividad en sus palabras: "Él es el puto amo y el puto jefe en esta sala de prensa -la del Bernabéu- y le regaló ´su Champions particular` fuera del campo”.
Además, en la rueda de prensa previa al encuentro, el catalán le habló "de tú a tú" a Mourinho, del que subrayó que "dentro del campo intento aprender mucho cuando juego contra él. Fuera del campo intento aprender poco".
El estilo, elegancia y forma de juego del técnico blaugrana están bajo la sombra de la duda y necesita reafirmarse pero, por si no lo logra sobre el terreno de juego, es mejor atentar contra el portugués, como primer causante, con justificaciones como: “Trato de competir lo mejor posible y fuera de lo que es el fútbol intento no jugar a esto. Él es mucho mejor. Domina todo lo de dentro del campo y lo de fuera. Yo en eso no quiero entrar porque represento una institución. Si nos elimina el Real Madrid es porque son mejores y si ganamos la Liga es porque somos mejores".
Guardiola que, ante las cámaras, estaba acostumbrado al fútbol de posesión, con lanzamientos libres indirectos y sin que jamás le sacasen una tarjeta amarilla, ha terminado como su homólogo en el Madrid: Fútbol de contraataque, tiros directos y numerosas faltas... Al final terminará siendo expulsado por tarjeta roja.
Esperamos que, las semifinales de la Champions League, se resuelvan en la cancha y con el juego limpio de los que deben ser los 22 protagonistas.